Personajes secundarios / Ruta por los garitos de 83 segundos (III)

El Moby y el incendio de la Joy

Por César G. Antón el "03-06-2023"

83 segundos está llena de bares, garitos y restaurantes de la cultura madrileña. En la primera parte de la trama hay dos protagonistas. Cada uno propio de dos mundos distintos. El Moby Dick, minúscula sala de conciertos, historia viva de la música en directo madrileña. Y la Joy Slava, discoteca durante cuarenta años de la beautiful people. La noche del frio diciembre de 1998 que la visitan los protagonistas un incendio arrasó sus cuatro plantas. Aquí contaremos algunos secretos de ese suceso.

“Víctor era un asiduo al Moby Dick. Conocía cada esquina de su diseño en forma de casco invertido, como si fuera un barco hundido. Había escuchado en su pequeño escenario a héroes de la música local como Burning, Los Enemigos o Los Planetas, entre otras bandas menos populares del panorama de la música en directo madrileña. Lo normal un sábado por la noche era que estuviera hasta la bandera, pero el omnipresente Madrid-Barça permitió a los amigos disfrutar de dos taburetes en una cómoda esquina de la barra de proa y de un camarero sin mucho trabajo que les sirvió las cañas con rapidez para retirarse a un discreto segundo plano y escuchar en una pequeña radio cómo iba el partido“.

Fragmento de “83 segundos”.

 

“Nos hemos europeizado. Antes nos echábamos una siesta para salir por la noche y no volvíamos hasta que el sol estuviera bien alto. Yo he visto atascos en la Castellana a las seis de mañana”, con esta declaración de Daniel Castillo, de 53 años y con más de tres décadas dedicadas a la noche, arrancaba la crónica El Confidencial en 2022 sobre el 30 aniversario de la legendaria sala de conciertos Moby Dick.

                En su diminuto escenario han sonado más de 5.000 conciertos y han pasado míticas bandas como Siniestro Total, Los Enemigos, Kiko Veneno, Burning, Los Ronaldos, Danza Invisible, Los Secretos, Gabinete Caligari, Toreros Muertos, Antonio Vega, Los Planetas, Dover, Sidonie, Iván Ferreiro, Love of Lesbian, Vetusta Morla o Lori Meyers, entre otros muchos.

                Ya queda poco de ese encanto de la loca noche madrileña que el Moby dominó en la avenida de Brasil. Después de convertir un antiguo prostíbulo en un precioso bar con forma de barco invertido hace más de 30 años el Moby Dick sigue resistiendo y todavía se puede uno pasar a tomar unas copas y escuchar un buen concierto. Para mi tenía un valor especial incluirlo como escenario de 83 segundos, pues una de esas noches fue el principio de algo con la que hoy es mi mujer.

                Otro lugar de copas que destaca en la novela es la Joy Eslava, concretamente una noche que ardió:

“—¿Sabes qué ha pasado? —preguntó Víctor.

—Se ha montado un incendio en la cuarta planta, al parecer en un cuarto de material de la discoteca. Me han dicho que está jodido de controlar. Esto va a acabar como la Roma de Nerón. Voy a ver de qué me entero. Vosotros abrid los ojos y buscad cámaras, pero no tardéis en salir, que esto se va a poner feo.

Víctor y Gabriel salieron sin problemas a la calle del Arenal, donde se había montado un amplio grupo entre los curiosos y los clientes que parecía una manifestación tras la barrera organizada por la policía. La gente observaba, hipnotizada por el fuego, cómo el incendio destruía los cuatro pisos de la Joy Eslava”.

Fragmento de “83 segundos”.

 

Es verdad que la discoteca Joy Eslava ardió el 18 de diciembre de 1998; si acudes a la hemeroteca descubrirás que ese día se celebraba la fiesta de una cadena de televisión en el local y que una famosa folclórica montó un espectáculo en el guardarropa para que le devolvieran su abrigo. Amenazas a las que los bomberos no hicieron mucho caso. Las 1.200 personas que se divertían en las distintas salas de baile desalojaron el local sin sufrir más daño que alguna tiritona por el frío que hacía en la calle.

Quizá, como plantea un personaje de 83 segundos, tiene que ver con que exactamente la misma noche, pero de 15 años atrás, en 1983, otro incendio arrasó otra discoteca de moda del centro de Madrid: la de Alcalá 20. Entonces perdieron la vida 83 personas. Lo contaban así el incendio en la crónica de El País, Antonio Jiménez Barca, periodista y muy buen novelista, y su compañero Luis Fernando Duran, gran plumilla de sucesos.

Pero la historia de la Joy Eslava es mucho más grande que ese incendio. Durante sus 40 años de existencia fue el templo de la Beautifull people de Madrid. Por su sala pasaron todo tipo de personajes del mundo de la cultura, el deporte y el espectáculo internacional, como Michael Jackson, Maradona, Roger Moore, Gina Lollobrigida, Pelé, Tina Turner o Christopher Lee, y un sinfín de figuras nacionales como Lola Flores, Camilo José Cela, Julio Iglesias o Massiel. Esas cuatro paredes han sido testigo de bacanales y juergas, innumerables anécdotas, algunas narrables y otras no. Desde hace un par de años los dueños del local le han quitado el “Joy” y ya solo es Eslava. Ha vuelto a ser un teatro, lo que fue durante muchos años antes de ser discoteca. Con programación cultural atrevida, pero sin el encanto social de ese templo pijo de la noche. 

Para entender lo fue la Joy en la transición, en esa España que se sacudía el fin de la dictadura y quería divertirse, puedes consultar el artículo de un amante del local: Pepe Álvarez de las Asturias, en la Revista Centinela.  Así narra los nervios del dueño la noche antes de estrenar: “Tenía que estrenarse con un plus de expectación. Con mucho ruido. Y así fue: el ruido atronador de los disparos que agujerearon el techo del Congreso aquel infausto 23-F, justo una noche antes de la inauguración y a menos de un kilómetro de distancia. El ruido ensordecedor de la incertidumbre, del miedo, del castañeteo de dientes de media España, no precisamente por el frío invernal. Aquella noche, como tantos españoles, Pedro Trapote tampoco pegó ojo. Tenía una razón añadida, además del “¡Se sienten, coño!” y el taktaktak de las metralletas. La noche siguiente, 24 de febrero de 1981, estaba prevista la flamante inauguración de Joy Eslava, la primera discoteca teatro de España, el proyecto más ambicioso del empresario, su apuesta más espléndida, su sueño más rutilante. El sueño que le quitaba el sueño aquella excepcional noche de febrero”.

Si has llegado hasta aquí y te apetece viajar a estos locales, te invito a que leas 83segundos. Da un salto en el tiempo.